La vida puede sorprenderte a veces, pero la sorpresa es una liebre. Nunca está en su madriguera cuando sales a buscarla.
Estos últimos días han estado llenos de pequeñas sorpresas para mí, nada espectacular supongo, lo que yo llamo 'sorpresas cotidianas', pero que han dado una luz distinta a los días y los han llenado de inspiración.
A veces, la sorpresa se presenta en forma de una buena dosis de ideas cuando más las necesitabas y ya habías dado por perdida toda inspiración.
Otras, la sorpresa se esconde detrás de una revelación: descubrir que la nana con la que te dormías de niña y de la que has tratado inútilmente de averigüar su origen en los últimos años, es, mira tú por dónde, de Brahms.
O quizá la sorpresa te espere al final del día, al llegar a casa después de una jornada terrible y encontrarte con un ramo de olorosas rosas rosas y una notita que diga: "Para tus potingues"...
Según cómo te sientas de sorprendida y según en qué momento de ánimo te encuentres, piensas que te gustaría conservar ese instante de sorpresa , esa sensación para siempre. Y si no para siempre (porque siempre es mucho tiempo y nada es eterno), sí al menos hasta que la memoria decida por su cuenta que ya no tiene sitio para ese recuerdo.
Pienso entonces que si los momentos vividos se retienen aprisionando su esencia en el recuerdo, de la misma forma podría yo intentar conservar el aroma de mis rosas durante más tiempo si lo "aprisionara" con un enfleurage.
Y me pongo manos a la obra.
El enfleurage
El enfleurage es el método de extracción de los aceites esenciales de las flores más antiguo que existe, se remonta miles de años, a la época de los faraones en Egipto.
Se basa en el principio simple de que las grasas disuelven los aceites esenciales de las flores más delicadas y por lo tanto absorben sus aromas.
Consiste en poner las flores frescas en contacto con grasas durante algunos días (la fórmula original se hacía con grasas animales, nosotros las sustituiremos por grasas vegetales).
En ese período de tiempo, las grasas se impregnan y absorben la esencia de la flor.
Antiguamente, el procedimiento consitía en cubrir con grasa unas láminas de vidrio sobre las que se esparcían flores frescas. Estas láminas de vidrio se mantenían apiladas en capas superpuestas durante varios días y en ese tiempo la esencia de la flor era absorbida por la grasa. Cuando las flores se deterioraban, se sustituían por otras frescas hasta alcanzar un punto de saturación y se recogía la grasa, llamada pomada.
En la actualidad, hay maneras más simples de realizar un enfleurage, como la que propone Christine.
Para este enfleurage podemos utilizar manteca de karité o aceite de palma sostenible, ya que poseen una textura vegetal muy parecida a los ingredientes originales.
técnica
Consiste en calentar las flores frescas en la grasa vegetal a 60º, filtrar en caliente y dejar enfriar y endurecer la pomada obtenida.
ingredientes
2 cucharadas soperas de pétalos de rosas (yo he puesto más, hasta la saturación)
180 gr de aceite de palma sostenible o manteca de karité
20 gr de aceite de semilla de uva
conservante (0.6%)
procedimiento
•Calentar los aceites con los pétalos frescos al baño maría a 60º durante una hora.
•Filtrar. Si el enfleurage no ha quedado demasiado perfumado, rehacer el proceso con nuevas flores y el mismo aceite.
•Filtrar de nuevo y dejar endurecer en un frasco.
usos
El enfleurage se utiliza del mismo modo y tiene los mismos usos que la manteca de karité o una manteca casera, y se utiliza tanto por las propiedades de la planta utilizada como por su aroma.
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