Robert Ricci, hijo de la gran Nina, solía decir que el perfume debería de ser una obra de arte, y el objeto que lo custodia una obra maestra. No es extraño, por tanto, que los frascos de perfumes “Haute Couture“ puedan llegar a convertirse en auténticos objetos para coleccionistas.
Estos lanzamientos, que suelen coincidir con la Navidad, no responden a ningún interés puramente comercial, sino que están concebidos para desvelar el savoir-faire de las grandes maisons del lujo, pues van grabados y están soplados a mano por los mejores maestros artesanos de fábricas de cristal tan prestigiosas como la de Saint-Louis, Baccarat, Lalique o Murano en Venecia.
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